[Saint Seiya] [AU] Con tu Verguenza | Shion

Estás demacrado.

No quieres levantarte de la cama. Una cama que se ha convertido en tu miseria.

Las cosas no siempre salen como quieres.

Cerraste puertas en tu vida, que ya no puedes volver a abrir.

Abrazas aquello que ya no tienes.

O lo que te hace más patético.

¿Cuánto llevas acostado en esta cama revolcándote en la porquería?

Te giras con pesadez para ignorarme, porque sabes perfectamente que comenzaré a decirte una sarta de verdades y las verdades duelen Shion.

Duelen y calan hondo.

Eres patético, estas derrotado y vencido, no eres más que un perdedor que no puede seguir adelante después de tener una pérdida.

Tienes miedo.

Temes que alguien se haya dado cuenta.

Temes haberlo dicho con aquellas miradas que has evitado.

¿Qué crees que diga él?

— Cállate —

Me has gruñido, y has tomado la almohada para taparte el rostro. Tu cabello verde, cae como cascada por sobre las sábanas blancas, manchadas de muchas cosas. ¿Quieres que las enumere?

Lanzas la almohada.

¿A dónde la lanzas Shion?, ¿A quién?

Y tus ojos están aclarándose, estás mirando con furia un punto en concreto. Tienes esa mirada cruel que tuviste aquella noche, ¿verdad?, ¿a qué es adictiva?

— ¡Déjame Solo! —

Me gritas.

Es una lástima, ¿sabes?, porque no puedo dejarte solo. Por qué no hay forma de que yo pueda dejarte solo. No desde que desperté, hace al menos un mes.

¿Qué has hecho en ese tiempo, Shion?

Y ahora me vuelves a dar la espalda, eso es realmente patético, me estás intentando ignorar mientras no te levantas de la cama, ¡Eres un Genio!

…

Eres patético.

— Déjame en paz… —

Gruñes, otra vez, y esta vez, te levantas de la cama, te sientas en el borde, me das la espalda.

Tu cabello cubre las cicatrices de tu espalda, ¿verdad?

No me mires así, sabes perfectamente que te conozco mejor que nadie.

Incluso mejor que tú.

Y avientas las sábanas. Deja de aventar las cosas, piensa en las chicas de servicio, ellas son las que tienen que levantar semejantes cosas siempre.

— No me importa —

Claro, Claro. No estás de humor.

— Vete —

Ya te lo dije Shion, no hay forma en que pueda irme.

— ¡Lárgate! —

Pero si eres terco. Aries tienes que ser. Aunque no me sorprende en lo más mínimo lo que has vivido hasta ahora. Impulsivo.

— No sabes nada… —

Te equivocas Shion. Yo lo sé todo.

— Tú no sabes… —

¿De él?, ¿Crees que no sé de él?

No me mires con esos ojos violetas que brillan como si fueran dos dagas de amatista. No me amedrentas Shion. Y si, lo sé todo de él. Sé perfectamente cómo es que le conociste.

¿Recuerdas sus ojos verdes?, eran hermosos.

— Cállate… —

¿Qué tal su piel?, tostada, parecía un pequeño pan de chocolate, deliciosa, antójale. Mordible.

Ups.

Olvidé que si la mordiste.

— Ya, para… —

¿Recuerdas su tatuaje de la espalda?, ¡Era impresionante!

Nunca había visto semejante detalle en un tigre tatuado, era realmente precioso, y tú, te deleitaste con ese tatuaje. ¿Cuántas veces?

— ... —

Si no te acuerdas, Yo sí.

Cinco Veces.

—... para… —

¿Sabes cuantas miradas te esperan afuera?

Miradas que no entienden tu silencio.

Porque si algo has hecho bien Shion.

Es callar.

Eres un experto en ocultar lo que hiciste.

Lo que provocaste.

Y lo que disfrutaste.

— No lo disfruté… —

¿Estás llorando?, ¿Por qué lloras?, ¿Por qué ya no está?, eso ya lo sabías.

Lo sabías desde el momento en que sus esmeraldas dejaron de brillar.

— Detente… —

No quieres equivocarte otra vez, ¿Verdad?

Pero no hay vuelta a atrás.

El tuyo, Shion, fue el error más grande.

—… por favor… —

Si me suplicas de esa forma, haces que no quiera hacerlo. Vamos Shion, tu y yo sabemos la verdad, nadie más. Fuiste meticuloso, fue un accidente.

— No lo fue —

¿Lo hiciste a propósito?

No te rías de mí.

— Se supone que lo sabías todo —

Claro que lo sé todo.

Y ahora te levantas, directo al baño. ¿Esperas que con una ducha se te limpie la conciencia?

Eres demasiado ingenuo.

—… quizá —

¿A dónde vas?, ¿no que ibas a ducharte?

Deja de escribir. Ni siquiera recuerdas como escribir su nombre. Menos el tuyo.

Como sea. ¿Es una nota de suicidio?

Shion…

—… Si, lo es —

Y te miras al espejo. ¿Ya me viste?

Sí, claro que ya me viste. Estoy ahí, justamente ahí.

Cuantas cosas no has dicho. Shion.

Cuantas palabras no has pronunciado en su nombre, en el tuyo.

Solo para no arriesgarte a fallar.

Es por eso que viajaste hasta aquí, ¿No?

Para estar más seguro.

Más cerca de ti mismo

Pero sabes que eso no basta Shion.

Por favor, deja de mirarme con frialdad, a mí no me afecta en lo más mínimo que me mires así.

Te ves asqueroso. Eres patético.

Sabes que tengo razón.

Vamos, deja de golpear el espejo, vas a terminar… rompiéndolo.

Mira lo que has hecho. Ahora estás sangrando.

¿Querías deshacerte de mí?, ahora hay muchos como yo en el suelo.

— Ya déjame en paz… —

Oh no. Ya habíamos quedado que no puedo.

¿En serio piensas tomar un trozo?

¿Eres tan cobarde?

— Ya lo decidí… No puedes detenerme —

No, no puedo. No quiero tampoco hacerlo.

Pasa como todo en la vida Shion.

Es como cuando hace frío, lo normal es que te tengas que tapar.

Es lo mismo que haces ahora.

Sin embargo.

Va a doler.

— Ugh… —

Te lo dije.

¿Lo sientes?

Aquel pedacito de valor que te hizo falta.

El impulso que has aprovechado mal.

No bajes la mirada.

Eso es de cobardes.

Lo olvidé.

Eres un cobarde.

Pero…

¿Sabes Shion?, ahora que estás ahí, sentado, con las muñecas abiertas. Te diré una cosa.

Pero no me mires así. Tus ojos son especiales. Él lo dijo.

— …—

Ok, a lo que voy.

Sí.

Tú lo mataste.

— Y en otras noticias, encontraron el Cadáver del Magnate Shion Dahkal en un hotel, en Italia. Los investigadores afirman que es suicidio. Se encontró una carta de confesión, dónde él aceptaba que había asesinado a su mano derecha, Dohko LuFang. Ellos eran las cabe-…— y una mano, apagó el televisor.